Cine en el salón: 'Critters', desaprovechada salvajada

Cine en el salón: 'Critters', desaprovechada salvajada

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Cine en el salón: 'Critters', desaprovechada salvajada

Porque así lo solicitasteis no hace mucho y porque ya iba siendo hora de que apareciera por estos lares, el Cine en el salón de este segundo domingo de agosto lo vamos a dedicar a revisar 'Critters' (id, 1986), debut en la dirección de un Stephen Herek cuya trayectoria se ha movido casi siempre por recovecos poco o nada recomendables —sólo destacaría, y no en su totalidad, la simpática incursión en el universo literario de Alejandro Dumas— que aquí daba sus primeros y torpes pasos con un filme que, como tantos otros a lo largo de los ochenta, parecía querer fundamentar su improbable éxito en sacar tajada de la gran aceptación que, dos años antes, había cosechado 'Gremlins' (id, Joe Dante).

Y si bien tal afirmación cabría ser aplicada sin ningún tipo de matiz a, por ejemplo, ese horrendo sub-producto que fue 'Los Munchies' ('Munchies', Bettina Hirsch, 1987) —una cinta dirigida por la responsable de montaje del filme de Dante—, según ha llegado a afirmar el propio Herek por activa y pasiva cada vez que se le ha preguntado por el filme, la idea del guión se le ocurrió a Domonic Muir bastante antes de que 'Gremlins' comenzara a producirse, sufriendo el libreto inicial de esta 'Critters' sustanciosos cambios por mano de Muir, Herek y Don Keith Opper para alejarla lo más posible de cualquier comparación con el título producido por Steven Spielberg.

'Critters', marear la perdiz

Critters 1

Sin entrar a valorar si lo que afirma Herek es cierto o no, y dejando asimismo de lado las posibles comparaciones con 'Gremlins' —que, cierto es, no pasarían de la similitud de encajar a ambas en el apartado de "película de humor y terror con bichitos graciosos"—, lo que 'Critters' ofrece al cinéfilo queda circunscrito de manera bastante intensa a un ámbito: el cine de serie B de los años ochenta, ese que se rodaba con muy pocos medios —dos exiguos millones de dólares aquí— y mucha imaginación, y que aquí podría haber dado mucho más de sí si el libreto hubiera centrado más su atención en las desagradables criaturas y menos en unos personajes muy poco interesantes.

Por más que lo intenta —y lo hace con ganas en todo el primer acto— la paupérrima definición de unos personajes que no pasan de ser arquetipos no consigue que el espectador sienta cercanos a ninguno de los protagonistas. No lo conseguía en su momento, hace casi treinta años, con la inmediata identificación que podría haberse dado entre el adolescente interpretado por Scott Grimes y el chaval de doce años que servidor era por aquél entonces. Y no lo consigue hoy con ninguno de los otros miembros de un elenco muy poco agraciado por más que cuente con nombres como M. Emmett Walsh o Dee Wallace, la sempiterna "mamá de Elliot".

Coja pues en un aspecto que 'Gremlins' cuidaba con esmero, y perdiendo la cinta mucho de su metraje en acercarse una y otra vez a los personajes, lo que 'Critters' termina dejándose en el camino es la oportunidad de aprovechar la presencia de las gamberras criaturas espaciales —que huyen de un asteroide prisión y llegan a la Tierra para devorar lo que se les ponga por delante— y mostrar con más ahínco, detalle y claridad las secuelas de sus ataques a los tranquilos habitantes del pequeño pueblo de Kansas en el que transcurre la acción.

Critters 2

En lugar de eso, la mediocre dirección de Herek, el uso de la elipsis constante, el no mostrar ante cámara a las criaturas más que en fugaces instantes y el que, cuando así se hace, la película parezca más una comedia familiar que una cinta de terror y ciencia-ficción —todo ello derivado, qué duda cabe, del muy limitado presupuesto— consigue borrar de un plumazo hoy, tres décadas más tarde, el grato recuerdo que servidor guardaba de una producción que no había vuelto a revisar hasta hace pocos días y que resultó bastante rentable a la New Line.

Tanto, que en el plazo de cinco años, la productora puso en pie tres secuelas: una segunda parte situada en el pueblo vecino dirigida por Mick Garris que es sensiblemente más interesante que la original; una tercera que traslada la acción a Los Ángeles y cuyo único interés reside en contar con el primer papel para la gran pantalla de Leonardo DiCaprio y una cuarta que se desarrolla en La Luna y que, sinceramente, mejor olvidar sopena de daño neurológico permanente. Y no, ninguna de ellas aparecerá en Cine el salón, así que no me lo pidáis, por favor...

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