Cómic en cine: 'Las aventuras de Tintín: El secreto del Unicornio', de Steven Spielberg

Cómic en cine: 'Las aventuras de Tintín: El secreto del Unicornio', de Steven Spielberg

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Cómic en cine: 'Las aventuras de Tintín: El secreto del Unicornio', de Steven Spielberg

Heredado de una prima de mi madre, 'Tintín y el secreto del Unicornio' no sólo fue el primer álbum de la creación de Hergé que cayó en manos del que esto suscribe antes incluso de que supiera leer —inciso: resulta sorprendente como funcionan los resortes de la memoria, acabo de tener un claro recuerdo de cuando me fue entregado el citado cómic, hace casi treinta y cinco años...increíble— sino que, toda vez aprendí a juntar vocales y consonantes y saber lo que decían, fue el cómic que más y más veces leí y releí durante mi niñez. Y eso, como suele decirse, deja huella.

Una huella que hace cuatro años fue a darse de bruces con el primer filme de una pretendida franquicia a través de la que Steven Spielberg y Peter Jackson querían, en cierto modo, hacer aún más famoso y global al inquieto periodista creado por Georges Remi en 1929 y traducido a más de 70 lenguas y dialectos. Una primera entrega que, bajo el título de mi adorado álbum, fusionaba y reinterpretaba para la gran pantalla tanto éste como las aventuras que lo precedieron y sucedieron —'El cangrejo de las pinzas de oro' y 'El tesoro de Rackham el Rojo'— y que en aquél primer visionado el día de su estreno dejaba unas muy irregulares impresiones.

Reordenación y presentación

Tintin 1

Unas impresiones que se derivaban de forma más que notoria del hecho de que, por aquello de ser el comienzo de una saga —de la que nada se ha vuelto a saber debido al batacazo de taquilla que el filme se dio en Estados Unidos con una recaudación que se quedó sensiblemente por encima de la mitad del presupuesto— y no poder arrancar in media res, la unión de los argumentos de los tres álbumes citados daba como resultado, o al menos eso le pareció a servidor inicialmente, una producción que quería abarcar demasiado y terminaba apretando muy poquito.

Siguiendo las líneas generales de 'El secreto del Unicornio', el guión escrito por Steven Moffat, Edgar Wright y Joe Cornish, toma de 'El cangrejo de las pinzas de oro' el primer encuentro entre Tintín y el Capitán Haddock a bordo del Karaboudjan —y en gran parte la fuga de dicho barco que sigue a lo fortuito de la presentación del segundo— y relega la gran aventura que supone 'El tesoro de Rackham el Rojo' a una mera anécdota que cierra la acción y que, además, cambia por completo el sentido de cómo Herge lo planteaba todo en sus páginas.

Tintin 2

Justificable, como siempre, bajo el argumento de "medios distintos, necesidades narrativas diferentes", quizás el mayor problema que me encontré inicialmente en ese primer acercamiento a 'Las aventuras de Tintín: El secreto del Unicornio' ('The Adventures of Tintin: The Secret of the Unicorn', Steven Spielberg, 2011) fue la inclusión de las dos invenciones más llamativas —más bien habría que decir chillonas— del metraje: la escena de Bagghar y aquella que le sigue en el metraje y que tiene lugar en el puerto de Bruselas.

Por mucho que dichas escenas sean herederas en cierto modo del espíritu juguetón con el que Hergé caracterizaba los momentos más alocados de las aventuras del periodista —y para apercibirse de ello sólo hay que haber leído alguna vez los cómics del personaje— el contraste con lo que es directamente extraído de las páginas de las historias originales es, como poco, excesivo y queda sujeto casi de forma exclusiva a servir como vehículo de lucimiento de una suerte de espíritu derivado del "más difícil todavía" y, por supuesto, del 3D —espléndido, todo hay que decirlo.

Eso sí, estas cortapisas no eran óbice para no llegar a valorar todo lo —muy— bueno que tiene la cinta, ya sea una dirección que aprovecha al máximo la tecnología de la captura de movimiento y que no se arredra en que la búsqueda de ese "más difícil todavía" se traduzca en escenas llamadas a dejarnos ojipláticos; ya en la espléndida elección del reparto original —genial, como siempre, el trabajo vocal y gestual de Andy Serkis como Haddock—; ya, por supuesto en la partitura de John Williams, que mezcla sus sonoridades más aventureras con ritmos jazzisticos que ya le habíamos escuchado, por ejemplo, en 'Atrápame si puedes' ('Catch Me if You Can', Steven Spielberg, 2002).

'Las aventuras de Tintín...', como el buen vino

Tintin 3
Sí, Tintín, volveremos a él en algún momento. Pero lo que primero quiero explorar a continuación son un par de filmes neozelandeses. 'El señor de los anillos' y 'El Hobbit' tienen conexiones con Nueva Zelanda, pero han pasado ya veinte años desde que rodé una historia centrada en el país en el que vivo. (...) Queremos hacer algo que esté conectado al lugar donde vivimos en lugar de otra producción de Hollywood. Algún día volveremos a eso. Pero no nos hacemos más jóvenes...

Demos ahora tres saltos a intervalos en el tiempo. El primero, tres meses después de ver el filme en los cines cuando adquirí el Blu-Ray. El segundo, unos tres años más tarde cuando revisé por tercera vez la producción. Y el tercero y último, hace unos días cuando hice lo propio por cuarta vez. Unos saltos que si para algo han servido es para dar cuenta de lo que da a entender el titular: que 'Las aventuras de Tintín: El secreto del Unicornio' es como el buen vino, va a mejor conforme envejece.

Asumida dentro de esa mejoría la familiaridad con aquello que me chirrió en el primer encuentro, lo que los sucesivos visionados del filme de Spielberg han ido revelando es que aquello que servidor consideró como flaquezas no lo eran tanto y que, apreciadas como un claro homenaje a Hergé, ambas secuencias detentan grandes valores cinematográficos y un sentido de la aventura que ya quisieran para sí algunos de los títulos que en los últimos tiempos hemos podido ver adscritos al género.

Tintin 4

Sumándose a ello viene el haber podido valorar en toda su amplitud el uso del formato tridimensional, aprovechado hasta límites insospechados, y el asombro que se deriva una y otra vez al dar cuenta de los infinitos detalles —y los muy numerosos y diversos guiños a los cuatro puntos cardinales de las historias narradas por Hergé— con los que el equipo de animación logra dar vida a un universo, el de Tintín, que nunca ha jugado con tan excelsas armas a 24 fotogramas por segundo.

Sólo resta esperar que las palabras de Peter Jackson, recogidas durante alguna de las cientos de entrevistas que concedió el pasado mes de diciembre con motivo del estreno de la espantosa conclusión de la trilogía de 'El Hobbit' no terminen haciéndose realidad por su lado más agorero y que, en breve, podamos ver de su mano y bajo producción de Spielberg una continuación sobre la que, según parece, mucho se había avanzado ya en términos de guión.

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