Shyamalan | 'Los primeros amigos', la búsqueda

Shyamalan | 'Los primeros amigos', la búsqueda

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Shyamalan | 'Los primeros amigos', la búsqueda

Suele ser práctica común a la hora de hablar de Christopher Nolan olvidar —ya de forma consciente, ya por desconocimiento— que, antes de 'Memento' (id, 2000) el cineasta británico firmó otra producción llamada 'Following' (id, 1998). De la misma manera, cuando es de M. Night Shyamalan de quien hay que tratar, las dos cintas que precedieron a 'El sexto sentido' ('The Sixth Sense', 1999) no son tenidas en consideración, acaso por considerarlas ejercicios menores y olvidables no comparables con el golpe de autoridad que el estadounidense dio con el fantástico y asombroso relato sobre fantasmas.

Y si bien ayer veíamos que en el caso de 'Praying with Anger' (id, 1992) dicho olvido podría llegar a ser hasta comprensible, creo que es una tremenda injusticia dejar a un lado 'Los primeros amigos' ('Wide Awake', 1998) —horrible traducción del original, para variar...— cuando se trata de una cinta muy reivindicable que, junto a la citada 'El sexto sentido' y aquella que hasta ahora es culmen indiscutible de la trayectoria del cineasta, ostenta el triple logro de poseer algunos de los personajes más sólidos que ha escrito Shyamalan, de acumular nulas situaciones ridículas y de hacer gala de unos diálogos que nunca rayan en la vergüenza ajena.

Características éstas tres que no siempre han sido mimadas por el cineasta —de hecho, llegado el momento, veremos lo mucho que maltrata algunas de ellas— que la terna esté tan bien trabajada en 'Los primeros amigos' viene a sumarse a que la producción es uno de esos filmes cuya honestidad y mensaje hace honda mella en el corazón del espectador, dando la adición como resultado un título que, en opinión del que esto suscribe, debería colocarse por derecho a la misma altura que los títulos más notables —que no sobresalientes, cuidado— firmados por M. Night Shyamalan.

Un director busca su identidad

Los Primeros Amigos 1

Comentaba ayer en la entrada de 'Praying with Anger' que, de forma más que obvia, la ópera prima de Shyamalan servía al cineasta para prefigurar algunas de las constantes —sobre todo la más importante de ellas, el amor, entendido en toda su extensión y no sólo en su acepción romántica— que han ido jalonando su filmografía. Unas constantes sobre las que el director y guionista vuelve a insistir en esta historia que gira en torno a un pre-adolescente que, afectado por la reciente pérdida de su abuelo, dedicará el curso académico a intentar encontrar a Dios para que responda sobre la muerte de tan querido ser.

De forma más intensa que en su primera producción, la fuerza del amor, y la relevancia en la vida de la religión y, sobre todo, la fe, son vértices fundamentales del espléndido libreto que Shyamalan redacta. Con la clara sensación de que vuelve a usar experiencias personales en la descripción de la vida en ese colegio católico en el que transcurre la mayor parte de la acción, es 'Los primeros amigos' muestra temprana inequívoca de la precisión con la que el director de ascendencia hindi ha sabido manejar siempre a los actores infantiles de sus películas.

Y no hay mejor muestra de ello que Joseph Cross, el pequeño que interpreta a Joshua Beal, un niño inquieto e inconformista, preguntón y curioso al que los acontecimientos que se van desarrollando en durante los meses que siguen al fallecimiento de su abuelo servirán para comenzar a dar los decisivos pasos que nos apartan de la infancia y nos introducen de lleno en ese periodo tan complejo que es la adolescencia. Puntualizados aquí por su relación con tres de los compañeros de clase —su mejor amigo, el matón y el acomplejado—, dichos pasos son tratados por Shyamalan con mimo y cariño, dos factores que trabajan en que el metraje desprenda una ternura muy especial.

'Los primeros amigos', un niño busca a Dios

Los Primeros Amigos 2

Una cualidad a la que no es ajena la forma tan sutil y cargada de sentimiento con la que el cineasta trata la relación del niño con su abuelo —espléndido Robert Loggia—, un punto éste que en mi caso juega como baza principal a favor de sumar muchos enteros a la valoración final de la cinta por cuanto a cada ocasión en que el anciano hace acto de aparición, a la memoria de servidor acudían en tropel los numerosos recuerdos que guardo del tiempo que pasé con el añorado padre de mi madre, una de las personas más determinantes de mi vida.

Es por esa identificación inmediata con el dolor del protagonista, que la peculiar búsqueda de Dios en la que éste se sumerge se hace tan cercana. De hecho, quiero entender que, importando muy poco la intensidad de la relación de cada uno con su abuelo, el mensaje que transmite Shyamalan es de la suficiente universalidad como para que los sentimientos que pone sobre el tapete lleguen con la misma fuerza a todo tipo de público, sea del género, condición social o inclinación religiosa que sea, y tenga la edad que tenga.

Con pequeñas notas de comedia —asociadas casi todas a una simpática Rosie O'Donnell— una narrativa ágil y una dirección que no cesa en explorar los encuadres y angulaciones que veremos a tan alto nivel en su siguiente filme, 'Los primeros amigos' deja en el espectador una sensación tan agradable como duradera e, insisto, es una pieza a reivindicar dentro de una filmografía que, a partir de mañana, comenzará a discurrir por senderos de gloria...al menos durante los siete años en los que se engloba el núcleo más destacable de la trayectoria de Shyamalan.

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